Me enamoré de Nueva Crobuzón en
La estación de Calle Perdido. Lo confieso, caí de lleno y me enamoré de cada rincón oscuro, de cada avenida, de cada barrio con todos sus peculiares habitantes y todos sus abundantes defectos. Como una ciudad de verdad, vamos.
Tanto, que no me atrevía a seguir adelante con la serie. Veía
La Cicatriz y pensaba "es demasiado pronto, no voy a degustarla. La compararé con la anterior. No, aún no..."
Así que esperé. Pero hace poco, uno de mis favoritos en Goodreads habló de esta novela, y no me pude sustraer. De esa larga y cada vez más pesada lista de pendientes, rescaté esta novela y me puse con ella. Me dije a mí misma que no iba a ser tan buena como la anterior, que no debía pensar en compararla. Por supuesto, fracasé. No se puede evitar. Aún a pesar de que hace tiempo que leí
La estación... , recuerdas pasajes, o a algunos de sus protagonistas.
No debería haberme preocupado. Definitivamente, Miéville pasa a mi estante de "leer siempre que caiga en mis manos".
Terminé el libro hace apenas una hora, mientras regresaba a casa.
Cierro los ojos, y puedo ver la Cicatriz. Puedo
verla. Casi puedo oler ese mar salobre, y escuchar el infinito y descomunal estruendo que produce. Puedo sentir cómo tira de mí. Me he quedado sin palabras, fascinada por esa imaginación desbordante que domina toda la narración.
La trama es magnífica, mantiene el ritmo y nos arrastra hacia el final, así como Armada navega hacia su destino. Las descripciones de los lugares, cargadas de imaginación, evocan un mundo diferente, y sin embargo reconocible. La propia ciudad, Armada, es muy diferente de Nueva Crobuzón, y al mismo tiempo, tan viva y tan real como aquélla. Aviso a los amantes de los piratas, os enamorareis de Armada.
Y por supuesto, no faltan sus héroes y heroínas, que no son tales, sino criaturas muy reales, con virtudes y defectos como cualquiera de nosotros. A algunos podréis imaginarlos con unas pocas pinceladas, de otros recibireis mil datos y seguiréis preguntándoos ¿qué es lo que me fascina? Son personajes únicos, capaces de hacerte sentir su ira, su desesperación, su lujuria, su miedo o su soledad, capaces de hacerte contener el aliento con ellos. Cada uno posee voz propia, y una historia, que se entrelaza con la de Armada, para formar un tejido sólido que, sin embargo, no abandona ese terreno brumoso que es la fantasía.
No tardará mucho en caer
El Consejo de Hierro.