Un famoso novelista al regreso de sus vacaciones encuentra un montón de cartas encima de su mesa de trabajo, entre ellas un abultado sobre escrito con letra que le es desconocida. En el interior del sobre halla una carta manuscrita escrita con letra femenina y la siguiente dedicatoria: "A ti, que nunca me has conocido".
Una vida entera condensada en una única carta de amor.
Así podría resumirse este relato emotivo, cruel, intenso y cautivador. He leído por alguna parte que en "Carta de una Desconocida" Stefan Zweig plantea con sutileza el tema de la desigualdad en el amor. Por un lado, la mujer enamorada y entregada, y por otro el escritor egocéntrico y mujeriego, ignorante de este amor incondicional que ella le profesa.
Esta carta única y magnífica que ocupa toda la extensión de la novela contiene todos los pensamientos, todos los secretos de una mujer desgarrada. A través de sus líneas descubrimos los momentos más relevantes de su vida, siempre condicionados por ese amor posesivo y enfermizo, no correspondido, que arrastra desde la niñez. Hay momentos crueles en esta historia, como cuando confiesa que llegó a acostarse con su amado en dos ocasiones, separadas por varios años, sin que él la reconociese en ninguna de ellas. Y sin embargo el relato destila una ternura inconmensurable.
Quizá en el momento en que este relato fue escrito aún era posible esta clase de amor tan entregado, pero algo en mí se rebela contra la idea de un amor tan nocivo para la persona que lo sufre. Esta es la historia de un amor que consume toda una vida, que la devora y escupe sólo pedazos maltrechos, muertos. Es demasiado triste y doloroso. Y bien es cierto que no siempre amamos a la persona adecuada. Muchas veces nuestros sentidos se dejan cegar y nos enamoramos de alguien que, consciente o inconscientemente, puede hacernos daño.